El avellano es un árbol de hoja caduca nativo de Europa y Asia. Destaca por sus frutos, las avellanas, las cuales son muy populares y tienen multitud de aplicaciones. Es un árbol que alcanza una altura de unos 6 o 7 metros de altura aproximadamente y cuenta con ramificaciones desde la base.
Al ser un árbol de hoja caduca, pierde las hojas en la época seca, de otoño a invierno y florece en primavera. Es curioso el hecho de que las flores del avellano nazcan a principios de la primavera, incluso antes de que salgan las primeras hojas del árbol. Sus flores cuentan con espigas y se diferencian principalmente porque las femeninas son de tonos rojizos mientras que las masculinas son de un color amarillento.
A los 40 o 50 años, los avellanos reducen considerablemente su rendimiento por lo que se debe talar y volver a plantar la población.
El clima ideal para el desarrollo del avellano debe ser templado y a su vez húmedo. La temperatura media anual para un desarrollo óptimo de este árbol se comprende entre los 12ºC y los 20ºC. Durante el invierno, soporta temperaturas gélidas, incluso por debajo de los -5ºC, aunque cuando está en estado de floración no es tan resistente y podría perderse la cosecha.
En cuanto al suelo, podemos decir que el avellano no es un árbol especialmente exigente y que se adapta prácticamente a cualquiera sin dificultades. Lo que debemos tener en cuenta es que el terreno debe estar un poco comprimido y nunca suelto en exceso, para que las raíces puedan soportar el peso a medida que el árbol vaya creciendo. Además, debe ser rico en materia orgánica, lo que facilitará su crecimiento.
El avellano es un árbol con unas altas exigencias en nutrientes, por ello se recomienda abonar el terreno unas semanas antes del inicio del ciclo vegetativo. La aplicación de Lombrico® MOL 75 proporcionará el aporte de ácidos fúlvicos necesarios para proveer al cultivo de reservas nutricionales y mejorar la absorción de nutrientes por parte de la raíz.
En cualquier caso, antes de realizar el plan de abonado del avellano y llevarlo a cabo, recomendamos realizar un análisis del suelo. De este modo, conoceremos las riquezas y carencias de nutrientes y podremos saber qué producto utilizar.
Por último, debemos tener en cuenta que el avellano necesita altos niveles de calcio y, en menor grado, de potasio y fósforo.
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